domingo, 19 de octubre de 2008

Qué malo ¿es?


Colin Davies, arquitécto y crítico británico tomaba como referencia la opinión de otro crítico de arquitectura en The Guardian, Martin Pawley, en un artículo para Architectural Review en el que dice que la historia de la arquitectura moderna es la historia de un intento fracasado de asimilar la tecnología. Pese a los esfuerzos de los pioneros anteriores a la II Guerra Mundial, la tecnológía avanzó demasiado rápido para que la arquitectura pudiera seguirla.
Hoy muchos arquitectos se han resignado a abandonar la lucha, a separar el elemento puramente artístico de la construcción y llamarlo arquitectura. Son muy pocos los que adoptan el punto de vista contrario y rechazan la validez de toda tradición arquitectónica. La historia de la aquitectura se convierte entonces en la historia de la 'transferencia tecnológica'. En palabras de Martin Pawley: "No sólo se deben abandonar las trampas de la 'asimilación artística', sino también la idea de que el diseño arquitectónico es un proceso 'creativo' en el sentido que se le da a este término en las bellas artes por oposición a la ingeniería. En realidad, al tratarse de una teoría de la arquitectura en cuanto que combinación económica de elementos provenientes de múltiples campos, pertenece a otro sistema de valores que es más apropiado y que incluye la ingeniería y el diseño automovilístico, naval y aeronáutico."

Santiago Calatrava, ingeniero civil y arquitecto, doctor honoris causa en doce ocasiones, repudiado por la arquitectura española (of course) con argumentos tan cuestionables sobre la calidad del arquitecto (bueno/malo) como lo es el hecho de que algunas obras superen el presupuesto (¿cuánto dinero y cuánto tiempo costó la Ópera de Sidney antes de convertirse en un edificio emblemático de todo un país?); que alguna obra en todo su historial diera problemas, como lo ha hecho el puente de Bilbao, (la estación intermodal de Zaragoza obtuvo el que probablemente sea el premio de arquitectura ferroviaria más importante del mundo y tuvo goteras y problemas con el sistema de calefacción); o que no siempre se hagan en el plazo de tiempo previsto (Gaudí, cabronazo, nadie entiende los bocetos de la Sagrada Familia).

A estos argumentos se añaden los de la gente que se sube al carro y opina sin tener ni la más remota idea sobre aspectos como, por ejemplo, la estructura (osan opinar sobre si estructuralmente está bien o mal diseñada con sólo verla y habiendo estudiado cuatro meses "Física general", con dos cojones, valiente), el equipo de trabajo del arquitecto (en realidad Calatrava no hace nada, se lo hacen todo otros, y lo sé porque yo soy uno de ellos) o lo descalifican porque no les gusta. Qué mala es la envidia, pero cuánto peor es la ignorancia.
Y es que se puede ser un buen actor sin hacer grandes películas, pero normalmente las grandes películas contratan buenos actores. Calatrava hace grandes obras, es algo que no me cuestiono y que además veo que le siguen encargando, ahora cabe responder si es un fulano con suerte desmerecida o no.

Como muestra, el puente de la discusión, en Sevilla, y el acojonante Turning torso en Malmo, Suecia, arriba del todo. Que cada cual opine lo que quiera, por supuesto, pero que no espere que luego no se rían de él. Por tonto.