sábado, 29 de septiembre de 2007

Cáscatela


Cáscatela, la saca entera de almendras que han traído de Soria, y puedes tardar una semana. Aquí estoy, con el mango bien cogido, venga a cascar con cuidado, no vaya a ser que me dé un martillazo. La verdad que haber llenado primero un bote, y en la hora de la siesta un segundo, es de campeones.

viernes, 28 de septiembre de 2007

La cucaracha


Ayer estaba prevista una velada tranquila en el J. S. Bar, tomando una cervecita y quizá, disfrutando del algún monólogo como había antes. No obstante, los planes se trastocaron en el momento en que Helène me envió un mensaje muy peligrosoa las ocho de la tarde.

"Hola!que tal?tienes ganas de hacer un otra fiesta erasmus con cerveza y chupitos gratuitos esta noche?hasta luego"

¿Hasta luego? Presumo que sin habernos visto en una semana está convencida de que voy a cancelar mis planes previos y me voy a unir a tan descabellada proposición. Pues hace bien y tiene razón, ya que llamo a Bea para que venga y conozca a los franceses. Así que nada, Loic, Helène y yo, pedimos la primera cerveza de la noche en el Bedel. La PRIMERA porque fuimos los primeros en entrar en el bar. Maldita puntualidad extranjera. Y no termino de entender muy bien por qué, pero la cerveza sigue siendo gratis. Sé que lo dije la semana pasa, pero cada vez que pido un vaso de plástico creo que estoy robando o, aún peor, temo aficionarme a tanto agasajo y hacer fila un Jueves Lardero para que me den longaniza o el día de San Valero un pedazo de roscón. El caso es que esto acaba pronto, así que cuando acaba, te pides un espirituoso de Santa Teresa con Coca Cola (malo el juego de palabras:lo sé).

Se apuntaron Bea, una amiga suya y la sorpresa del último momento, recién venido de Huesca, Sergio. Cuando sonó la bocina, el camarero puso chupitos gratis en la barra. Estábamos bien advertidos, así que nos plantamos delante suyo a recoger los pequeños vasitos de cristal. Fuimos, además, ganando regalos de la promoción de ron (bandolera y, al fin, camiseta de chico, que el monedero y el bolígrafo chungo del jueves pasado ya están en la basura) hasta que la achispada Helène nos convenció para ir a La Cucaracha. Parece ser que un amigo suyo vino por estos lares el año pasado, y ése era su bar favorito, así que la esperanza que en él depositaba era muy alta.

¿Cómo se llama el chupito oscuro que prenden con una llama? ¿No es eso una cucaracha? El caso es que siguiendo la tónica habitual, mi mechero no funcionaba, y Bea y yo nos encendimos el cigarrillo con la llama del chupito antes de tomárnoslo. De toda la noche, me parece la imagen más representativa de nuestro estado. Si nos sirven el agua de un florero y nos dicen que se llama Sacarino nos tomamos una ronda con una sonrisa en la cara. Había gente de todos los colores: estudiantes autóctonos y de intercambio, macarrillas y chulipiscinas, algún que otro con pintas de Lebowsky, repetidoras de bachillerato de la ESO de más de 20 años. Un ecosistema poco sostenible a la luz del día. Pero de noche, todos sacamos ¿lo mejor? que llevamos dentro.

Como colofón, el agradable despertar de los bomberos que paran en tu calle, en la casa de al lado. Joder con esta calle. He tenido ya a los bomberos debajo del alféizar de la ventana cuatro veces. Yo me planteaba dejar a un bombero en la esquina, que no ganamos para disgustos.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Boda, especuladores y Erasmus

El sábado por la mañana, mientras los ex-Erasmus de Madrid reposaban el cuerpo después de una noche de fiesta en la que pinchó Javi, yo me travestía de joven elegante para ir a la boda de mi prima (ver fotos aquí abajo). La música de la ceremonia la daba un grupo de estupendas rocieras de cincuenta años (ñam ñam, cómo me ponen esos lunares) dándole un aire de boda Farruquito que no me esperaba la verdad. Tómate una Salve rociera a las 12 de la mañana que ya verás qué bien entra (al rocío yo quiero volver, a cantarle a la Virgén con fe, con un olééééééé). Y ariquitáun, táun, táun.
Hubo un problema al poner la boda en Cuenca a las 12, con un cura que tiene ganas de hablar más de la cuenta, con un reportaje de fotos familiares después y el banquete a las 14h: que a las15h30 aún no han llegado los novios, los camareros están en sus puestos de salida, y en cuanto pisan la sala ¡zas! bajan la bandera de salida y todos a repartir los platos. ¡Zas! entremeses ¡zas! vino hasta arriba, que no falte ¡zas! y¡zas!¡zas! tómate el pescado con la carne y empújalo con el sorbete de Danone (parecía un yogur) ¡zas!¡zas! dile adiós a la tarta, que ya te traen el café, la copa y el puro. Cuando llega el baile y la barra libre estás tan atascado por dentro que o vacías o allí no te cabe un gin tonic ¡con el gas que tiene igual explotas!.
Estuvo bien, además del banquete exprés que fue para todos, que a los primos hermanos nos pusieran en la mesa más alejada de todo y de todos. Esta era una de esas bodas a las que hay que ir por compromiso, y punto. No es grave, es más, me parece perfecto. Ni siquiera me importaría no ir, ni me enfadaría porque no me inviten. Si total, luego la parte de familia de Bob Esponjas vamos a ser tapados con una columna como la Torre de Pisa para que los felizmente casados no tengan que cruzarse con nuestras miradas y todos nos preguntemos ¿qué carajo hago aquí?.

La noche se arregló con una visita al nuevo Brit (y sigo añorando el viejo, otro rollo menos hiperguay como el que hay ahora) donde pinchaba el batería de Sidonie (tengo autógrafo) y las copas de Tanqueray con tónica valen tres euros hasta las dos. Increíble pensar que hace unos meses un vaso de medio litro de cerveza costaba 2'40 en Tavernier...

El domingo (felicidades Javi) fui a Madrid a hacer un curso del mercado eléctrico (lunes, martes y miércoles). Conseguí que mi central térmica vendiese a precio regalado (por debajo de los costes de producción) durante unas pocas horas (con los costes de arranque-parada que tiene eso) en el mercado diario. Afortunadamente, en el mercado de ajustes (intradiario) en el que pensaba comprarle a alguien su energía para poder detener mi central y minimizar las pérdidas al no tener que arrancar-parar, pude comprar la cantidad de energía que me había comprometido a producir más barata. Conclusión: Ni siquiera pongo en marcha mi central y estoy cobrando dinero. Especulación, en toda regla, en el mercado. Luego me apagaron el ordenador, me quitaron mi central, mi dinero y la ilusión, no sin darme el diploma de asistencia más soso del mundo.

Comí con Rafa los tres días, y también con Julio el martes, en un viaje en el que me he dejado un anillo, una toalla y muchas horas de sueño. Sarna con gusto no pica :P


En el bus camino de casa, mis nuevos amigos Erasmus me dicen que han vuelto, que hay fiesta Erasmus, que si sé donde están los bares. Cerveza gratis hasta las doce y media, y digo gratis, con todas las letras, sin condiciones trampa ni cartón. La mitad del bar, españoles ávidos de pillar cacho, la otra mitad, Erasmus hablando en inglés entre ellos. Me alivió bastante la conciencia ver que entre ellos no hablaban en español, mejorando entonces que nosotros lo hiciéramos en Bruselas. Es cierto que al menos hablan en inglés, pero es que claro, hablar en danés o en sueco puedes hacerlo con los otros dos Erasmus que hay, pero español con los doscientos que te rodean. Aunque es probable que al acabar el año hablen mejor que nosotros el francés en su momento.

Al rocío yo quiero volver
a cantarle a la Virgen con fe con un
Olé, olé, olé, olé, olé,
olé, olé, olé, olé, olé, olé, olé,
olé, olé, olé, olé, olé, olé, olé.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Una noche de Guitar Hero II

Increíble. Ayer nos pasamos la noche tocando la guitarra en casa de un par de amigos que nos invitaron a ir a cenar con ellos. Después del espectáculo tan apabullante de nuestra selección de fútbol a la zaga del gol del empate con Islandia, enchufamos la Xbox.

Soy bastante reacio a pasarme la noche con una consola pudiendo ir a cualquier garito con música y gente de carne y hueso, pero cuando enchufaron la guitarra de plástico y cada uno de nuestros anfitriones tocaron la primera canción, todos quisimos probar. Probar, y probar y probar... A las 4 de la mañana aún seguíamos, por escrupuloso y ansiado orden, saliendo al escenario, entre vasos de calimocho y litronas de cerveza, engachados a la pantalla y a la combinación de colores que te indica cómo ser una estrella de las cinco cuerdas.


La guitarra de plástico tiene cinco botones en el mástil, de cinco colores y que sustituyen las cinco cuerdas, y un botón en su parte inferior que se debe pulsar cada vez a modo de rasgado. En su parte inferior hay una palanca con la que se puede añadir el efecto de distorsión a la canción. Una cosa simple pero realmente adictiva.


Como muestra, en youtube aparecen vídeos de chavalines ( de 5 y 8 años) dominando el tema. Joder, entonces esto se puede hacer.


En la pantalla, en función de la canción y el nivel de dificultad, aparecen una sucesión de órdenes de colores que hay que tratar de repetir con el mayor acierto sobre tu instrumento de plástico. Si eres bueno te aplauden y te jalean, si eres malo te abuchean, y si eres horrible y tus dedos son morcillas no dejarán que acabes ni la canción. Risas y miedo escénico asegurados cuando tocas tus canciones favoritas. Yo pasé muy bien el primer nivel, con sólo tres 'notas'. En cuanto tuve que pasar a tocar con el dedo meñique fue horrible. Toda una gira cancelada y contratos millonarios a la basura por comerme todas las teclas azules. Ahora sé qué dedo puedo cortarme sin que lo eche de menos. Para ser novatos y estar bebiendo continuamente no creo que lo hiciéramos mal. Carlos y Fernando, éste último que empezó además flojo, acabaron tocando con cuatro colores las canciones del grupo VI (de 8 grupos de dificultad). Un vicio, insisto, que se decidió que acabará como (auto)regalo de cumpleaños para un hermano pequeño.


La pena fue tener que volver andando, desde la Jota hasta el Coso, porque el Búhobus iba a tardar. Allí cogí el 33 hacia Las Delicias y, ya en el bus, una treintañera me preguntó si podía orientarla, porque hacía tiempo que vivía en Barcelona y no sabía bien si estaba perdida o no. Empezó a hablarme de la fiesta en la que había estado y a preguntarme por mi noche. Llegando a mi parada, me preguntó si vivía solo y cuando eché balones fuera (nada hay tan fácil como decir que vives con tus padres para que se apague el Etna) me deseó muy buenas noches, que descansase bien y me guiñó un ojo.


Malditas groupies.