sábado, 28 de abril de 2007

Cumpleaños

Nueva entrada de fiesta de cumpleaños. Cumpleaños por partida doble ¿o triple? La verdad que no me queda muy claro vista la animada colaboración de la tercera persona. Sus razones tendrá, sin duda.

Música completita para variar. Ya estoy harto de tanto ska, reggae y folklore étnico sacado de la tienda de Natura. Queremos The Clash. Queremos The Doors. Queremos Lou Reed. Y por supuesto, que lo mezclen con Kaiser Chiefs, Sidonie o Von Bondies.

Una casa enorme, un salón enorme, la falta de vecinos alrededor de un edificio en mitad de la calle y rodeado por nada. Sólo hubo que mover un poco los armarios y tabicar las puertas que no debían abrirse, comernos los chipirones y el pulpo que proporcionó el cierre de la feria de marisco en Bruselas. Y mientras nos comemos el segundo plato de ensalada con pulpo, los primeros extranjeros van llegando a las 22:25, puntuales, sí, pero ni siquiera los del cumpleaños conocen a estos tipos, y algunos de ellos terminaron por marcharse, asustados, pensando que no había tal fiesta y que nadie iba a aparecer.

Vale que no cociné ni fregué, pero hice de portero bastante bien. ¿O quizá muy mal? porque dejé entrar a todo el mundo, incluso a los que llevaban deportivas o malas pintas. Es un trabajo muy sufrido cuando alguien te dice al abrirle la puerta ¿Eres tú el del cumpleaños? Anda pasa, que ya has encontrado la casa, pero no tienes ni puta idea de quién limpia esto mañana.

Y nada nuevo bajo el sol: cuando llevo una cámara a una fiesta, básicamente, llevo un cascanueces gordo y caro en el bolsillo. El balance final fueron seis fotos al principio de la fiesta, entre las nueve y las diez, tres a las tres menos cuarto, y quince, algunas repetidas, a las cuatro y media. Al menos tengo una foto con el del cumpleaños ¡y es de las del final de la noche!.

Cuelgo un par más, mostrando la genialidad de mi arte. Al tipo del sillón intenté en vano despertarle con el flash (le hice otra a diez centímetros de su nariz, pero estaba ya en estado de no retorno). Y bueno, lo de los pies, sólo diré que yo no tuve huevos a quitarme los calcetines en el estado en que estaba el suelo (aunque en la foto se vea limpio).


lunes, 23 de abril de 2007

A las huéspedes del Hilton



Muchas gracias por los Schokowürfel, con eso ya me ganasteis para todo el viaje.
Y mil gracias por la nota. Me ha hecho ilusión y ya está colgada en la pared. Al final he podido veros unos minutos más, algo con lo que no contaba cuando he salido por la puerta esta mañana, que es mucho mejor poder despediros a todos, junto a la furgoneta y las maletas, que en un saco de dormir, en la calle de los döner kebaps o en el aparcamiento de la Commune.
La próxima ocasión ya me explicaréis qué significa lo de la patata (y si al final os habéis llevado alguna).
Un abrazo para los señores, y muchos besos para las señoritas. ;)

María y los siete
















Gran fin de semana el de la visita de María y sus compañeros de BRAUNSCHWEIG.

Hubo un poco de lÍo el viernes noche con el alojamiento, pero al final se hicieron dos petits comités y nos separamos. En el Hilton se alojaron tres chicas estupendas, y en vez de quedarme con ellas, me fui por ahí.


Es increíble abrir un ojo tumbado en la cama y ver como tres guapas van a ducharse una detrás de la otra en tu casa. ¿Quién puede volver a dormirse? Asi que nada, me voy con ellos en su furgoneta de nueve plazas (y en la que afortunadamente queda un hueco en el que acoplarme). Primera parada: Brujas. 27 toneladas de campanas, ¿366-348? escalones de campanario, patatas picantes, sangre divina, siesta en los canales. La verdad que estos tíos viajan con cierta calma y reposo, pero al final vimos practicamente todo, y en vez de viajar a Gante como estaba planteado en un principio, acabamos en Oostende, donde me di el primer baño en una playa belga aprovechando los últimos rayos de sol del día. He puesto un puñado de fotos de Oostende por ser el lugar que asociaré sin duda a este viaje, que no es el mío propiamente, pero en el que me he sentido muy bien acogido. Agua helada, caracolas picantes y libertad de movimientos en un vaquero sin ropa interior.

Por la noche fuimos a casa de Javi, a la fiesta con mayor numero de desconocidos y pasajeros visitantes. Sin embargo, hay lugar para el reencuentro de antiguos compañeros de colegio: surrealista. Nos fuimos relativamente pronto hacia el centro, intentando despejar el piso y acercarnos un poco camino de casa. Ya es tradicional ir al Céltica con las visitas, al menos como fin de la velada, y la verdad que voy a acabar por hacerme accionista del bar, porque una vez mas fue un cierre espléndido.

A la mañana siguiente, de nuevo petits comités, algunos mas petits que otros, para dormir, remolonear o visitar someramente Bruselas soleada. Confío en que todo el mundo sienta que su plan durante esas horas fue su mejor elección.

Y a Gante... Comer al sol saludando a los barcos, contar de nuevo escalones, fotos "espectroculares", esperar al sol, esperar a la sombra, caer en la red de hierro de una araña, criticar las fotos del gerente del Hilton, y cerveza o chocolate en una terraza.

Hubo cambio de conductores (mención honorífica para las chicas, que se dedicaron a hacer de chófer la mayor parte del tiempo, y muy bien por cierto, Irantzu y María). Entrando en Bruselas una visita al Atomium, ni de día ni de noche, que las luces parpadeaban, y nosotros venga a hacer fotos chorras.

Me tuve que despedir por plazos de todos, ya que hoy no les veré mas (y escribo hoy, no mañana) para que cada uno se fuera a dormir a su sitio. Casa en el centro, una alfombra en un cuarto y un hotel junto al aeropuerto. Espero que se lo hayan pasado bien. Yo mucho, y muchas gracias por todo a los ocho. Con un poco de suerte vendréis todos para la cuarta entrevista, y el Hilton no cierra sus puertas.

lunes, 16 de abril de 2007

Dinant








¡¡Gran excursión la de ayer a Dinant!!!

Me fui con Edu, un murciano, y Bertrand, un belga local que habla, entre otros muchos idiomas, el español a la perfección.

Alquilamos por 8 euros cada uno tres bicicletas cojonudas. Yo para lo de las distancias no soy un lince precisamente (para eso está el cuentakilómetros del coche, ¿no?), pero hicimos una excursión por los alrededores de Dinant de dos horas y media de pedaleo. Subimos por la orilla del Mosa hasta desviarnos por la orilla del Lesse, un afluente que se une al Mosa unos pocos kilómetros aguas arriba de la ciudad, y Edu y yo nos dimos un chapuzón. 28 grados y un sol de justicia el 15 de abril en Bélgica son para aprovecharlos. Entre que nos bañamos en calzoncillos, que éramos extranjeros, que gritamos como no lo hacen en ningun otro sitio de Europa, nos hicimos aguadillas y chapoteamos como críos... toda la peña del río se quedó con nosotros. Había en los alrededores algún tipo de concentración de motoristas, y joder, estadísticamente las novias de los motoristas están más buenas que las de ningún otro gremio profesional, deportivo o lúdico, además de que tienen predilección por las camisetas anudadas, los tops y las gafas de sol que les da un aire de malas. Mmmmm

Cruzamos el río por varias esclusas, zonas del bosque a través de caminos llenos de baches y barro (de ahí que la mountain bike sea una gran bici de alquiler) un largo campo de cebollas por un estrecho sendero, con zanja a la izquierda y zarzas a la derecha y, por supuesto, la ciudad de Dinant por ambas orillas. Así llevo hoy el culo por el sillín de la bici.

Nos montamos en un barco y dimos un paseo de dos horas por los alrededores, que después del recorrido en bici un poco de reposo siempre se agradece, incluyendo cervecita y patatas fritas a bordo. Mola como suben el barco con las esclusas del río entre dos niveles de altura. La ingeniería, siempre sorprendente.

Fuimos al fuerte que domina la ciudad de Dinant desde el acantilado natural del río. Por 6,5 la entrada, los muñecos ya podrían cambiarlos, que tienen 40 años y algunos "soldados" tenían barba de telarañas (literal) o las botas de cuero podridas. Lo mejor, sin duda, las vistas de la ciudad. Hasta el puente de la autopista París-Francfurt quedaba imponente a lo lejos. Bajar, lo hicimos por las escaleras, pero subir, por el teleférico, que para eso está.

A las siete, aún con sol, nos compramos una galleta típica de la ciudad, couque de Dinant, que podría usarse como yunque de lo dura que está, y nos tomamos una cerveza en una terracita junto a la preciosa Iglesia y el río.

Un magnífico día y una bonita excursión

sábado, 7 de abril de 2007

Amberes



Ayer no me acosté ni demasiado tarde ni demasiado bebido, y hoy me he despertado suficientemente temprano y sobrio como para desayunar viendo los horarios de trenes de Bélgica y encapricharme, por qué no, de una excursión a Dinant. Mochila, fruta, guantes, tabaco, libro, música, cámara y a la estación.


Cuando me han dicho que la vía dirección Dinant estaría cerrada los días 7, 8 y 9 he mirado hacia arriba buscando el primer tren que saliera inmediatamente a un destino nuevo. Y así ha sido como he acabado hoy en Amberes.


Llega un momento en Bélgica que los edificios de construcción típica ya no impresionan, y da pena, porque al principio no podías compararlos con nada y parecían fascinantes y extraños. Ahora lo sorprendente es no encontrarlos por todas partes, algunos convertidos en H&M o en Yves Rocher, y es que la visita a Amberes desde que he pisado la estación hasta que he cogido el tren de regreso, está plagada de tiendas por doquier.


Algún gracioso ha cambiado de posición en un plano el punto azul de 'Usted está aquí', y siguiendo mi orientación tipo 'primera a la izquierda, recto y tomar la tercera a la derecha hasta el cruce con las vías del tranvía', calle fulanito de no sé cuán, en vez de acabar en la oficina de turismo, he acabado un par de calles más lejos, pero en pleno centro, así que me he olvidado de ir a buscarla y me he dedicado a seguir a los numerosos grupos de turistas que sí llevaban ya el mapa. No sigáis a los grupos de japoneses, por Dios, que los llevan a comprar relojes a una tienda de Swatch y a restaurantes italianos en vez de a ver cosas. Los engañan como a chinos.

La Catedral de Nuestra Señora es francamente bonita, y que tenga varios Rubens míticos como el de la "Asunción" en el altar mayor le añade mucho más atractivo. El ayuntamiento es bonito, sin más, pero la fuente de Silvio Bravo me ha llamado más la atención, en el centro de la plaza.

La Iglesia de San Carlos Borromeo, mi patrón, forma un plaza con la Biblioteca municipal, que era un antiguo convento de jesuitas, donde me he sentado a comer la fruta y la hamburguesa que me he comprado, que la verdad, me ha sabido a poco, y estoy picando mientras escribo este post...

Me he ido paseando por los muelles, viendo el mercado del pescado, y un barco que me recordaba a los primeros dibujos en blanco y negro de Mickey Mouse, hasta llegar al Steen, una fortaleza del siglo XIII que ahora alberga el Museo de la Navegación. Bueno, otra cosica más.

Me ha sorprendido el Jardín Botánico ¡ya hay tulipanes por cierto! (Es que cuando fui a Holanda en julio, evidentemente, estaban todos bien muertos, y todo quisque me preguntó si había visto tulipanes, siempre, claro, después de preguntarme si había fumado porros y había visto el Barrio Rojo). Hay una sala con cactus de todo el mundo, con la temperatura elevada y un bajo grado de humedad. En la sala de a lado las hojas están empapadas ¡una jodida selva entre paredes de cristal! Apenas se veía el techo con las hojas que había. Sólo le faltaba un tío talando árboles y hubiera sido como el Amazonas. Me ha molado una cosa tan simple y sin sustancia, qué pasa.

Dinant me queda pendiente...

viernes, 6 de abril de 2007

¡Salud!

Hoy comienza mi puente de tres días. No tengo nada más, así que esperemos que siga haciendo este tiempo tan extraordinario.

¡Salud!

jueves, 5 de abril de 2007

La reponedora


Ayer en el supermercado, no se me ocurrió otra cosa (qué estúpido soy a veces) que levantar una lasaña que caducaba el 20 de abril y coger la de debajo, que caduca el 25 de abril, con la intención de tener algo en el frigo que me permita salir del paso un día en que cocinar sea lo último que me apetezca, y sin embargo, quiera echarme algo al cuerpo.
A mi izquierda, en el pasillo, una voz femenina decía algo en voz alta, pero yo seguía a lo mío, sin considerar que aquello me concernía en absoluto. Un amable señor me tocó en el hombro sacándome del ensimismamiento para indicarme que la señorita se dirigía mí.
- Monsieur, son todas iguales, ¿qué hace?.
- Ah no, no son todas iguales - respondí sabiendo ya por qué me decía aquello.
- ¿Ah no? - dijo haciéndose la sorprendida, y se acercó a comprobar aquella insólita respuesta.
- No, ésta caduca cinco días más tarde - yendo al grano, que me cierran el súper y me faltan de echar muchas cosas al carro.
- Monsieur, es la misma, y está deshaciendo el trabajo de los demás al moverlas todas, además de que eso no está bien.
- ¿Tiene algún problema? ¿Está prohibido lo que he hecho? Y he movido una sola...
- ¿Va a comerse la lasaña hoy?
- Por supuesto, por eso cojo la que caduca más tarde.
- Siempre igual, siempre los mismos. (Pausa y mirada envenenada a los ojos). Malditos extranjeros
Y la reponedora se fue mirándome a la cara y murmurando cosas. Es genial que te insulten en otro idioma, porque no se produce ningún tipo de reacción. Basta con desconectar el traductor automático y todo suena a ruido que reverbera fuera de uno mismo.
Varias personas, al oír la última pregunta, apuntaron que por qué no le dije que a ella qué le importaba, y probablemente tengan razón, es la respuesta más lógica, pero dije lo primero que se me ocurrió. Désolé.