jueves, 11 de octubre de 2007

Todos Heroinómanos

“la música me abre secretos
que ahora están dentro de mí”

Llenazo en la Romareda. Dos horas y media de concierto. De Héroes, sin telonero alguno. ¿Para qué? Nadie iba a acordarse de nada de lo anterior. Había que dejar sitio en la memoria para empaparse de cada gesto, de cada estribillo, de cada paseo por la pasarela entre el público, de las trayectorias de baquetas y púas, que como siempre, le tocan a otro afortunado desconocido.

Ronda de calentamiento de cerveza y copas en casa de mi hermano antes de ir, mientras en el exterior llovizna y tememos lo peor. Al final, el cielo se portó y sólo cayeron unas gotas. En los alrededores del estadio nos juntamos con más gente y entramos. Hubo un momento de tensión cuando vimos que habíamos entrado por la parte del fondo y no se veía separación alguna entre la zona preferente y la normal. Vimos la valla, enseñamos nuestra pulsera que nos identificaba como guays del Paraguay y pasamos.

Pillamos un sitio más que aceptable a la izquierda de la pasarela, bastante cerca del escenario, y equidistante con la plataforma central. Cerveza cara, bastante, para ser sólo Ambar (cuando cuesta 7’5€ un vaso de cerveza: sólo es Ambar). No obstante, sacamos unos cuantos litros.

Ni sé cuántas fotos hice. Bueno, sí que lo sé, pero no lo digo. El caso es que, como imaginaba, muchas fotos serían para eliminar por borrosas o por sosas, pero me ha quedado una más que aceptable colección de fotos de la noche (que venga la SGAE que se las enseño). Pero lo que está de coña es el vídeo, sin sonido, pero te partes el culo viéndonos a todos cantar y saltar (sobre todo alguno). Y es que no era para menos, el concierto fue… digamos que fue el concierto. Tengo ahora muy difícil identificar el mejor concierto que he ido, pero creo que compararlo con el de los Who y uno de los Rolling Stones habla muy, muy bien de la noche. Emotivo especialmente para Héctor, :P, que era la primera vez que entraba en la Romareda y saltó al campo (o lo que dejaron de él, ejem, que hubo quien se llevó césped).

Nos tomamos después una ronda de sidras, tirada por todo quisque (y por todas partes), en Gran Vía. Nos fuimos a una fiesta de Héroes del Silencio, en la que no había ni un alma, pero las copas costaban cuatro euros, y cuando acabamos embotados, perdí una lentilla y nos quedamos sin pasta, volvimos dando tumbos a casa. Primera noche de cuatro superada. Pintan bien estas fiestas…

lunes, 8 de octubre de 2007

Fiestas: en modo valeriana

El sábado se inauguraron las fiestas en honor de la Virgen del Pilar de 2007. Mal asunto, puesto que este año tengo faena que realizar y las tentaciones no son pocas. De todos modos, hasta el concierto de Héroes del Silencio, todo está vedado para mí. Me consuela saber que estoy en la Universidad y no había mal número de coches en el aparcamiento y de gente en los pasillos. Y es que, como muy bien les explicaba a Loic y Helène ayer, salir nueve días consecutivos te quita un año de vida (si no acaba con ella) y el presupuesto que te queda para los fines de semana de octubre y noviembre.
Nos fuimos a la búsqueda de actividades en la calle con un programa de bolsillo. Lo malo de este programa es que es bastante escueto en sus descripciones, con lo que "teatro en la calle" es un término incierto, que incluye, visto lo visto, actuaciones para niños y una especie de baile sensual en la calle durante una hora. Sé que duró una hora porque nos sentamos en una terraza en la plaza de San Pedro Nolasco, quizá una de las cosas que más me convence en estos días en que trato de olvidar y esquivar que la gente se dedica en cuerpo y alma a noches destroy. Sobre todo en cuerpo.
A las 19h (19h15, impuntualidad aceptable) había timbalada-batucada brasileña itinerante desde la calle Alfonso. Estos no tenían muy claro que narices es eso de timbalada, por más que me empeñé en simularles un concierto con silbatos y bongos, pero pareció gustarles cuando empezaron. Bueno, a ella sí, pues bailaba y seguía la coreografía que recaía en el público. Él me parece que no se va a hacer un fanático del tema, pero le gustó ver algo nuevo y realmente muy animado. Yo no es que me emocione, pero me recuerda a las actividades del Erasmus en Bruselas, salvo que con los normandos hablo mucho más francés que con los de allí. ¿Nadie se acuerda de la Nuite blanche del 29 de septiembre? Por aquel entonces Javi sólo era el vecino español del piso de debajo de Guillermo, el que vivía con dos belgas que espiábamos Miguel Ángel, Sergio, Guillermo y yo desde el balcón.
Hamburguesa, vino, paté francés y sesión de cine para cerrar el primer domingo de fiestas. Ya teengo ganas de que llegue en miércoles a las 21h. Pero hasta entonces, Excel será el programa de mis fiestas.

jueves, 4 de octubre de 2007

Inauguración

Desde ayer, miércoles, queda oficialmente inaugurada la noche de los jueves como "Noche de Cena en casa de Bea". Por ende, el viernes es el día oficial de "Bea friega los platos que ensuciamos anoche". Ya no tenemos nada que envidiar a esa noche del martes del Telepizza que hace Carla con sus compañeros de piso en Madrid.

Según la anfitriona, cada noche nos prepará algo distinto y de su invención. Y aunque soy de buen comer, eso no quiere decir que no vaya bien merendado, por si las moscas. Que eso de 'de mi invención' entraña cierto peligro, y aunque se diga lo de desayunar como un príncipe, comer como un rey y cenar como un mendigo, estoy seguro que cenar sólo un tetra brik de vino no es mi sueño.



PD: Como no tenemos fotos de la noche, han caído tres fotos de cenas en Bruselas. Joder, he visto fotos de mi acogedora casa/caja de zapatos y me da una pena terrible. Lo único que no echo de menos es el somier de mierda, el radiador eléctrico como calefacción, la ausencia de ventanas, la ducha portátil, la cocina eléctrica de dos fogones y sin campana extractora, las sillas modelo dolor de espalda, la pared desconchada, bajar a la lavandería cada vez para lavar la ropa, las escaleras hasta el cuarto piso (aunque con la altura entre pisos parezca un sexto), la lámpara de escasa iluminación y altura tan baja como para golpearte en la frente, usar el fregadero como lavabo, la sensación de humedad cuando llueve, el congelador edad de hielo, guardar la basura de una semana porque dormiste fuera el día que tocaba sacarla y la falta de espacio en general. Pero todo lo demás, lo echo de menos.