viernes, 28 de septiembre de 2007

La cucaracha


Ayer estaba prevista una velada tranquila en el J. S. Bar, tomando una cervecita y quizá, disfrutando del algún monólogo como había antes. No obstante, los planes se trastocaron en el momento en que Helène me envió un mensaje muy peligrosoa las ocho de la tarde.

"Hola!que tal?tienes ganas de hacer un otra fiesta erasmus con cerveza y chupitos gratuitos esta noche?hasta luego"

¿Hasta luego? Presumo que sin habernos visto en una semana está convencida de que voy a cancelar mis planes previos y me voy a unir a tan descabellada proposición. Pues hace bien y tiene razón, ya que llamo a Bea para que venga y conozca a los franceses. Así que nada, Loic, Helène y yo, pedimos la primera cerveza de la noche en el Bedel. La PRIMERA porque fuimos los primeros en entrar en el bar. Maldita puntualidad extranjera. Y no termino de entender muy bien por qué, pero la cerveza sigue siendo gratis. Sé que lo dije la semana pasa, pero cada vez que pido un vaso de plástico creo que estoy robando o, aún peor, temo aficionarme a tanto agasajo y hacer fila un Jueves Lardero para que me den longaniza o el día de San Valero un pedazo de roscón. El caso es que esto acaba pronto, así que cuando acaba, te pides un espirituoso de Santa Teresa con Coca Cola (malo el juego de palabras:lo sé).

Se apuntaron Bea, una amiga suya y la sorpresa del último momento, recién venido de Huesca, Sergio. Cuando sonó la bocina, el camarero puso chupitos gratis en la barra. Estábamos bien advertidos, así que nos plantamos delante suyo a recoger los pequeños vasitos de cristal. Fuimos, además, ganando regalos de la promoción de ron (bandolera y, al fin, camiseta de chico, que el monedero y el bolígrafo chungo del jueves pasado ya están en la basura) hasta que la achispada Helène nos convenció para ir a La Cucaracha. Parece ser que un amigo suyo vino por estos lares el año pasado, y ése era su bar favorito, así que la esperanza que en él depositaba era muy alta.

¿Cómo se llama el chupito oscuro que prenden con una llama? ¿No es eso una cucaracha? El caso es que siguiendo la tónica habitual, mi mechero no funcionaba, y Bea y yo nos encendimos el cigarrillo con la llama del chupito antes de tomárnoslo. De toda la noche, me parece la imagen más representativa de nuestro estado. Si nos sirven el agua de un florero y nos dicen que se llama Sacarino nos tomamos una ronda con una sonrisa en la cara. Había gente de todos los colores: estudiantes autóctonos y de intercambio, macarrillas y chulipiscinas, algún que otro con pintas de Lebowsky, repetidoras de bachillerato de la ESO de más de 20 años. Un ecosistema poco sostenible a la luz del día. Pero de noche, todos sacamos ¿lo mejor? que llevamos dentro.

Como colofón, el agradable despertar de los bomberos que paran en tu calle, en la casa de al lado. Joder con esta calle. He tenido ya a los bomberos debajo del alféizar de la ventana cuatro veces. Yo me planteaba dejar a un bombero en la esquina, que no ganamos para disgustos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Porque quiza lo mejor de todas estas noches sea,q hasta el final, nunca sabemos lo q va a pasar...REPETIREMOS!!!!jj