Para terminar de rematar esta soberbia semana, el viernes, que dormí a pierna suelta después de la cena en el Churrasco con los compañeros de trabajo, donde fui obsequiado con el día libre, fui de concierto. Y fui de concierto, pero gratis.
El fin de semana, durante el puente, en la página web de Mondo Sonoro, se anunciaba el sorteo de cinco entradas para un concierto en la sala Oasis. Entre que ya era fin de semana, y que caía en puente, las posibilidades de que me tocase una eran bastante elevadas. En efecto, unos días después, me anunciaron por correo que me había tocado una de las cinco, y que mi nombre estaría en la lista de entrada. Sí, nenes, diciendo soy fulano de tal, estoy en la lista, me dejaron pasar ante los modernos con vaqueros a la altura del culo y patillas extralargas que apoquinaban sus dieciocho euros por no haberla sacado en el cajero, que es más barato.
Media hora de teloneros locales, De Vito, que me gustaron mucho, mucho, mucho. La pena es que todavía estábamos cuatro gatos, con la primera cerveza en la mano y, en mi caso, estaba solo para ponerme a saltar unas canciones totalmente bailables.
El segundo grupo también me lo tragué solo, durante una hora, Triángulo de Amor Bizarro, el grupo por el cual me decidí a participar en el concurso, y que me parece de lo mejor que he escuchado últimamente. La pena fue que la voz, de modo aún más exagerado que en el disco, apenas se distinguía de entre la contundencia de su música. Aquí sí que canté, y sí que bailé, a pesar de estar sólo. Las dos chicas de al lado de la columna en que estaba apoyado se sonreían al verme, pero, honestamente, cualquiera hubiera hecho lo mismo en caso de ver a un grupo que a uno le gusta (y se sabe las letras, claro).
Dos cervezas más tarde, una visita a los servicios, y un cubata en vaso de plástico (sic) en mano, La Habitación Roja subió al escenario. Medio panorama indie de la ciudad pululando sobre y debajo del escenario. Entre otros vi a Tachenko, por ejemplo, casi al completo, alguno trabajando, y algún otro tomando copas y quitándose el abrigo, cigarro en boca, sin soltar el vaso ni tirar una sola gota, delante de mis narices. Al fin vino la única persona a la que pude engañar, a pesar de llegar a las 23h recién salida del trabajo, y pude acercarme al escenario ¡oh sí! y cantar y bailar sin levantar sonrisas sospechosas. Canciones del último disco (me quedo con París ardiendo) y temas anteriores (no imaginaba que sonaría tan bien La Edad de Oro en directo, rodeado de gafapastas sobreexcitados). Qué lejos queda la época en la que Jorge se compraba los primeros discos, o cuando le regalé Largometraje sin tener ni idea de si le gustaría o no, porque a mí, aquello de la Habitación Roja, me sonaba a algo comunista, rock rancio de calimocho y puño cerrado. Casi, casi. Mi acompañante no conocía ni al grupo, pero le encantó, lo que es un alivio, porque el concierto fue largo. En una segunda visita al servicio, al pasar por la entrada, me compré el disco mientras los dos varones de TAB se tomaban una merecida copa, y comentaban que los dibujos del refrito de Mushroom Pillow eran del baterista. Puro arte con los Alpino chaval.
2 comentarios:
¿Qué tal Peter hook? ¿Qué tipo de música pinchó? ¿Actual en la onda de New Order (p.e. Interpol, Editors, etc) o música más ochentera? ¡Ya me dejarás el nuevo disco de la Habitación!
bueno feo espero q haya ido bien el primer dia de curro oficial jeje, oye ya se q ahora curras y eso, xo si os hace os hago cenorri el miercoles q el jueves tngo cena de clase (tb puedes venir si quieres) bueno si eso dime algo y llamare a sergio,marta,guille si se anima vale!!un besote
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