jueves, 11 de junio de 2009

Flash

Acabo de sobrevivir a la herencia genética.
Mi padre fue ingresado con neumonía en mayo, pero se le diagnosticó también una cosa más: el síndrome de Brugada. Copio literalmente de la página web que habla sobre el tema: "Síndrome que causa muerte súbita cardiaca inesperada en corazones aparentemente sanos. La muerte súbita cardiaca esta causada por alteraciones severas de ritmo cardiaco. Esta enfermedad es conocida con el nombre de Sindrome de Brugada y puede ser hereditaria." Ahí es nada.
El hombre ha decidido ya instalarse un desfibrilador automático, del tamaño de una esfera de reloj, aproximadamente. Se pone debajo de la piel y se conecta al corazón. En caso de parada no programada, y suelen serlo todas, te suelta un chicharrazo. Digamos que se puede evitar que una muerte fulminante sea efectiva.
Lo de que puede ser hereditario, a los médicos les suponía una oportunidad. Este síndrome está prácticamente recién descubierto, con la mayoría de los genes que lo provocan sin identificar. Una familia con síndrome sería un filón para artículos, ensayos clínicos y méritos profesionales. Lástima que mi hermano y yo no lo tengamos, después de hacernos las pruebas. El médico me ha dicho hace una hora "tú padre no sabe de dónde vino ni hacia dónde irá este síndrome". Le he dicho que, de todas maneras, igual era mejor que no supiera nunca, el hacia dónde va.

Como enfermedad no me preocupaba excesivamente: Una muerte fulminante, probablemente con poco o sin dolor. Adiós a la hipoteca, a los hijos adolescentes, al reuma, el cáncer y otras enfermedades terribles, a los esfínteres sueltos de la vejez. Si yo tuviera noventa y cinco añosy un pañal gigante igual deseaba tener Brugada, la verdad, con todas mis fuerzas.

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