sábado, 7 de abril de 2007

Amberes



Ayer no me acosté ni demasiado tarde ni demasiado bebido, y hoy me he despertado suficientemente temprano y sobrio como para desayunar viendo los horarios de trenes de Bélgica y encapricharme, por qué no, de una excursión a Dinant. Mochila, fruta, guantes, tabaco, libro, música, cámara y a la estación.


Cuando me han dicho que la vía dirección Dinant estaría cerrada los días 7, 8 y 9 he mirado hacia arriba buscando el primer tren que saliera inmediatamente a un destino nuevo. Y así ha sido como he acabado hoy en Amberes.


Llega un momento en Bélgica que los edificios de construcción típica ya no impresionan, y da pena, porque al principio no podías compararlos con nada y parecían fascinantes y extraños. Ahora lo sorprendente es no encontrarlos por todas partes, algunos convertidos en H&M o en Yves Rocher, y es que la visita a Amberes desde que he pisado la estación hasta que he cogido el tren de regreso, está plagada de tiendas por doquier.


Algún gracioso ha cambiado de posición en un plano el punto azul de 'Usted está aquí', y siguiendo mi orientación tipo 'primera a la izquierda, recto y tomar la tercera a la derecha hasta el cruce con las vías del tranvía', calle fulanito de no sé cuán, en vez de acabar en la oficina de turismo, he acabado un par de calles más lejos, pero en pleno centro, así que me he olvidado de ir a buscarla y me he dedicado a seguir a los numerosos grupos de turistas que sí llevaban ya el mapa. No sigáis a los grupos de japoneses, por Dios, que los llevan a comprar relojes a una tienda de Swatch y a restaurantes italianos en vez de a ver cosas. Los engañan como a chinos.

La Catedral de Nuestra Señora es francamente bonita, y que tenga varios Rubens míticos como el de la "Asunción" en el altar mayor le añade mucho más atractivo. El ayuntamiento es bonito, sin más, pero la fuente de Silvio Bravo me ha llamado más la atención, en el centro de la plaza.

La Iglesia de San Carlos Borromeo, mi patrón, forma un plaza con la Biblioteca municipal, que era un antiguo convento de jesuitas, donde me he sentado a comer la fruta y la hamburguesa que me he comprado, que la verdad, me ha sabido a poco, y estoy picando mientras escribo este post...

Me he ido paseando por los muelles, viendo el mercado del pescado, y un barco que me recordaba a los primeros dibujos en blanco y negro de Mickey Mouse, hasta llegar al Steen, una fortaleza del siglo XIII que ahora alberga el Museo de la Navegación. Bueno, otra cosica más.

Me ha sorprendido el Jardín Botánico ¡ya hay tulipanes por cierto! (Es que cuando fui a Holanda en julio, evidentemente, estaban todos bien muertos, y todo quisque me preguntó si había visto tulipanes, siempre, claro, después de preguntarme si había fumado porros y había visto el Barrio Rojo). Hay una sala con cactus de todo el mundo, con la temperatura elevada y un bajo grado de humedad. En la sala de a lado las hojas están empapadas ¡una jodida selva entre paredes de cristal! Apenas se veía el techo con las hojas que había. Sólo le faltaba un tío talando árboles y hubiera sido como el Amazonas. Me ha molado una cosa tan simple y sin sustancia, qué pasa.

Dinant me queda pendiente...

2 comentarios:

Diego Alonso dijo...

Wenas,

Como yo no estoy acostumbrado, puedo decir: ¡Im-presionante!

Me pones los dientes largos cuando haces estas excursiones a sitios con estas vistas tan asombrosas.

Un abrazo y más tacto con las reponedoras :)

independiente dijo...

¡Hola!

A día 23 de abril, la dichosa lasaña recomienda ser comida antes del día 25. Si hubiera cogido la otra era del día 20 de abril, quiere decir que, precisamente ahora, debería bajarle la lasaña a la reponedora del Lidl y preguntarle si hice bien o no cogiendo la maldita bandeja, a pesar de ser un extranjero impertinente.

Tengo tu email pendiente de respuesta, que no olvidado, además de guardado convenientemente (guardo todas las respuestas en una carpeta). Y bienvenido al blog. Ánimo, que tu Erasmus está más cerca que lejos