domingo, 13 de enero de 2008

Soy el Gobierno de Aragón. Soy Napoleón


Soy el Gobierno de Aragón. Soy Napoleón. Soy Cristóbal Colón.

¿Que se me ha ido la olla? Tal vez, pero es que en Navidad, en ausencia de la jefa, mi compañero y yo realizamos un escrito para llevar al registro de la comunidad, necesario para los trámites de puesta en marcha de una instalación. Mi compañero buscó en los ficheros antiguos para usar un documento tipo, copiando el formato, y cambiando el contenido. Ya sabes, un papel tipo, yo, fulano de tal, a día de, en tal ciudad, en representación de, con CIF X02G5243HY6, EXPONE (...) y SOLICITA (...), firmado fulano de tal. Para ello usó un documento idéntico que se presentó en el mismo registro al que tenía que llevar el nuevo.

El caso es que, a la hora de firmar el documento, como sólo disponíamos del sello de la empresa, le planteé la duda de si no era necesario que firmase alguien. Tras meditarlo un poco, me dijo que estando él externalizado no podía firmar en nombre de la empresa, así que no iba a hacerlo. Bueno, le dije, pues yo soy el becario, así que no firmo tampoco, como mucho aceptaría poner un par de cruces, y si alguien buscase al firmante lo negaría todo. Al final, se quedó sin firmar, sólo con el sello de la empresa. Y salí del trabajo, muy ufano, con mis papeles, a llevarlos al registro.

Pero esta semana, una vez que los funcionarios empezaron a trabajar de nuevo, descubrieron los papeles que entregué. No sólo estaban sin firmar, horror, sino que tenían el logotipo del Gobierno de Aragón en el membrete, sacrílega apropiación indebida de emblemas oficiales. Estoy viendo al funcionario (o funcionaria, seamos correctos con los lacayos del gobierno) con el papel en mano, clamando al cielo contra la empresa, una empresa grande, bastante grande, en verdad una empresa muy grande, saliendo de sus labios frases como ¡qué se habrán creído estos de ---aquí pon el nombre de la empresa---!. Así que, manos a la obra, el eficiente baluarte de la moralidad, ese fiel preceptor de las reglas burocráticas, el susodicho funcionario (o funcionaria) se ofreció a dar parte a todo quisque.

Al responsable de ---nombre de la empresa--- Aragón, al jefe nacional del departamento en el que estoy, al jefe territorial de la provincia, a todos ellos, les dieron parte antes, claro está, de dar con mi jefa y la oficina de la que salieron las tres hojas en cuestión. No sólo hay que volver a hacer los papeles, sino que a la empresa le abren expediente sancionador como premio. Olé.

Revisando los registros anteriormente presentados para instalaciones similares resultó que todos, ejem, TODOS, llevaban el escudo del Gobierno de la comunidad en el membrete, y todos, absolutamente todos, fueron aceptados y tramitados sin problemas. Cuando vi un papel tipo EXPONE y SOLICITA con el sello di por supuesto que era una especie de formulario estándar, como los de la Universidad. Imagino que, cuando se redactó el primero, se haría empleando algún tipo de documento recibido, porque el membrete y el papel original estaban en un archivo tipo word. Ahora bien, ya sabemos que nunca más hay que ponerlo, y que estamos autorizados a firmar con dos aspas en nombre de la jefa.

Pero, una vez aprendida la lección, me cago en todos los muertos del hijo (hija) de la gran puta que removió Roma con Santiago por una cosa así, que me hizo hacer dos viajes en invierno hasta el registro de los huevos, y espero que se corte los dedos con el borde de las nuevas hojas presentadas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

joooooooooooooooooooooooooooooooooo toyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
muuuuuuuuuuerrrrrrrrrrrrrtaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, xo viene bien leerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr tu blogggggggggg para relajaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrrrrrr. besos.bea