¡Acabé los exámenes! ¡Qué horror, Dios mío! No veía la hora de acabar semejante infierno de asignaturas: qué feas. Esto me pasa por elegir electricidad...
El primer examen era un cúmulo de presión, el día 8 de enero, al día siguiente de mi marathoniana vuelta a Bruselas, incluyendo un horrible viaje en coche Zaragoza-Barcelona de 2 a 5 de la mañana con niebla espesa.
Ingeniería de redes: Mi primer examen oral (que no sea de idiomas). Evidentemente también era de idiomas. Con un profesor que me da cuatro asignaturas mas. Él es también el director del departamento de electricidad. Además de mi supervisor del proyecto y las prácticas en la empresa (amigo personal y colega universitario de mi ponente del proyecto en la empresa). Una asignatura difícil, fea, compleja, de la que carezco la misma base que los belgas y delante de una persona a la que, casi obligatoriamente, eufemísticamente recomendable, debería causar una grata primera impresión.
Un infierno, un horror. Él estuvo agradable durante todo el examen, sobre todo al oír las innumerables equivocaciones que tuve al decir lo primero que acudía a mi cabeza sin pensar. Joder, examen en tiempo real: en un escrito tachas o empiezas en hoja nueva, pero las tonterías no las entregas. Bajó el listón, dándome pistas, a las que yo añadía 'Sí, eso, por supuesto'. Resultó que las dos veces que lo hizo, me coló datos erróneos, y, tras comérmelos con patatas (y con guacamole, y con ensalada, pan, vino y postre), me pedía que le explicase por qué creía que él se había equivocado respecto a los apuntes. ¿Qué clase de pregunta es por qué crees que he citado mal la teoría cuando acabo de creer en todo lo que has dicho?
En fin, una pena. Todavía más grande cuando tiró el listón por los suelos y me preguntaba, ante un evento tal, se me ocurre que podríamos hacer A o B ¿cuál es tu forma de actuar ante este evento imprevisto?. Maldito hijo de puta ¿acaso hemos estudiado que puede suceder A, B o incluso C? Nunca. Al menos en clase, cabrón. Te voy a tirar de los pelos de la barba hasta que me digas que nunca supusimos que podían suceder ni una sola cosa con las letras del abecedario, y que las más de 300 páginas en inglés y francés que he estudiado e intentado comprender como un chino, no explican nada de esos fallos y todo lo que aparece en ellas funciona siempre perfectamente. No di ni una de las dos veces que me preguntó y me dio a elegir. 25% de probabilidad de fallar las dos y fallo.
A la hora ¡una maldita y larga hora! a lo largo de la cual mi francés derivaba en una retahíla de balbuceos tan incoherentes como mis respuestas (casi mejor, que por lo menos me vea mover la boca y no me entienda, a entenderme y descubrir que sólo salen pajas mentales), me interrumpe: Bueno, vamos a parar y dejar aquí el examen. Sí, por favor, tenga clemencia, he sufrido bastante ya. Siempre pensé que el ridículo era pederse delante de tu jefe, o quizás llevar la bragueta bajada delante de la madre de tu novia, pero me equivocaba. No hay nada tan malo como parecer retrasado, ni siquiera parecer un guarro o un pervertido: ser tonto es mucho peor. No me dijo qué calificación tenía, y no podría hasta que no mediase con mi examen de prácticas de laboratorio (primera noticia que tuve de que había un examen de prácticas de laboratorio). Una toma de contacto muy agradable. Algo así como caerse en un contenedor de chinchetas.
El siguiente examen: Electrónica de potencia...
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