El siguiente examen fue el oral del curso de francés. Un éxito relativo. Me quedé con la oreja pegada tras la puerta del aula escuchando la deliberación de las profesoras, y una de ellas definió mi fonética como que no es una catástrofe. Eso se traduce como que es penosa, pero pasable.
El viernes 19 tenía un examen oral a las 16:15 en el despacho de un profesor, Energies non conventionnelles, así que fui a las 15:50 hacia allí, saturado de esa asignatura y con ganas de acabarla ya. Pasé por la Secretaría del Departamento, donde una amable mujer me preguntó a qué venía.
- Ya sé que vengo antes de la hora, pero es para asegurarme de que es aquí. Tengo un examen a las 16:15 con Monsieur H.
- No, no es hoy, era ayer a las 16:15
- Ya sé que vengo antes de la hora, pero es para asegurarme de que es aquí. Tengo un examen a las 16:15 con Monsieur H.
- No, no es hoy, era ayer a las 16:15
- No, qué va, es hoy a las 16:15, soy Cxxxxx Axxxxxx, es el examen de Energies non conventionnelles.
- No bonito, era ayer.
- Jaja, no, no. Si tengo apuntado que es hoy.
- Era ayer, te estuvo esperando hasta las cinco porque eras el último alumno en hacer este examen.
La oscuridad se cierne sobre mí. La secretaria, un ángel en persona, se aprestó a tranquilizarme en cuanto me vio palidecer, instante en el que el tamaño de mis pupilas dejaba entrever mi cerebro, al fondo, pequeño y diminuto como una nuez, como el cerebro del más estúpido dinosaurio, quizás el primero que se extinguió, por lelo. No te preocupes, me dice, que Monsieur H. es comprensivo, y sabrá que te has equivocado y te lo hará de nuevo, ya lo verás. Deliciosas palabras en boca de su fenomenal Secretaria. Un beso le daría, señora, si pudiera controlar mis labios, que ahora mismo están abiertos en forma circular de la emoción que despierta en mí semejante fallo.
La mujer llamó al despacho del profesor para explicar lo que habia ocurrido. Monsieur H. está en una reunión, le hace saber la otra Secretaria, seguro que otro ser de dulce timbre de voz, y cálidos y voluptuosos senos. He de anotar mi dirección de correo y mi teléfono, que le harán llegar entre las dos al profesor para indicarme su propósito. Estoy seguro de que las palabras un pobrecito alumno español que se ha confundido, empleadas en la conversación telefónica, van a llegar tal cual a oídos de Monsieur H. Toda mi esperanza recae en la sugestiva voz de las Secretarias, como si la melodía de unas sirenas pudiera asegurarme un bote.
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